
No tengo tiempo, me falta tiempo, no puedo perder tiempo, necesito tiempo.
Es algo que a estas alturas de curso repetimos continuamente y casi sin darnos cuenta.
El baile de fin de curso, la fiesta de despedida, los exámenes, las pruebas de evaluación externas, acabar los libros de texto...
Con tantas cosas, es difícil prestar atención a ninguna."Calma".
Para aprender y disfrutar haciéndolo hace falta calma.
Es fácil, enredados en esta vorágine, perder de vista los procesos de aprendizaje, siendo estos los que nos marcan el camino a seguir.
Esta mañana, mientras teníamos nuestro encuentro con los más pequeños del colegio, observaba cómo todo se ralentizaba.
No había prisas.
¡Tenían junto a ellos a unas criaturas tan pequeñas!. Cuánta delicadeza en el trato.
¡Con qué cariño los cogían de la mano para sentarlos a su lado!
¡Tenían junto a ellos a unas criaturas tan pequeñas!. Cuánta delicadeza en el trato.
¡Con qué cariño los cogían de la mano para sentarlos a su lado!
"No hay prisa para enseñarles como hay que ir al cine" ( vamos a ver juntos La tropa de trapo). Ellos y ellas marcan el ritmo. Su ritmo.
El verdadero aprendizaje, requiere su tiempo, su ritmo el de cada cual.
Los mayores han sabido adaptarse a los pequeños, sin ninguna dificultad.
Es el tiempo que mejor aprovechan. Están ocupados en temas de su interés. Ya se ocupan de no malgastarlo.
No es cuestión de tiempo. Es cuestión de priorizar.
No es cuestión de tiempo. Es cuestión de priorizar.
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